(1927 – 2004)
El 27 de septiembre de 2004 falleció, repentina, inesperadamente, José María Casasayas Truyols, fundador y presidente de la Asociación de Cervantistas. Con él ha desaparecido una figura singular y entrañable del cervantismo, actividad a la que dedicó generosos esfuerzos y afanes. Abogado de profesión, encontró en la literatura, en Cervantes de manera más acotada, una vocación que mantuvo hasta su último aliento.
Nacido el 22 de enero de 1927 en Palma de Mallorca, en el seno de una conocida familia perteneciente a la burguesía insular, empezó muy pronto a reunir cuantos materiales estuvieron a su alcance para profundizar en el conocimiento de la vida y la obra cervantinas: visitó bibliotecas, adquirió libros y documentos, consultó con especialistas en la materia… Logró reunir así una de las bibliotecas privadas más completa de temática cervantina, émula sin duda de las que en épocas anteriores formaron ilustres bibliófilos como José María Asensio, Isidro Bonsoms i Siscart o Juan Sedó; hoy en día, los libros de José María Casasayas están al cuidado de la Universidad de las Islas Baleares.
Como consecuencia de esta dedicación cervantista, publicó diversos trabajos eruditos, fundamentalmente sobre cuestiones ecdóticas, como “La edición definitiva de las obras de Cervantes”, Cervantes, VI [2] (1986), pp. 141-190, y “Don Quijote en el siglo xx. Breve repaso a las más recientes ediciones eruditas”, Anthropos (Suplementos), XVII (1989), pp. 289-298. También se acercó a cuestiones de detalle (“Sancho Panza a tres horas del alba. Comentario a Don Quijote, I, 20, aventura de los batanes”, Anales Cervantinos, XXV-XXVI [1987-1988], pp. 121-145), recuperó algunas rarezas bibliográficas (“Iam erat hora diluculi. Cuando apareció otro Dominus Quixotus”, Isabel Lozano Renieblas y Juan Carlos Mercado, eds., Silva. Studia philologica in honorem Isaías Lerner, Madrid: Castalia, 2001, pp. 147-152); y contribuyó a la magna edición quijotesca del Instituto Cervantes (“Lugares y tiempos en el Quijote”, Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha. Edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona: Crítica, 1998, 2 vols. y cederrom. Vol. II, pp. 911-933. Reimpreso en 2004 bajo la edición del Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg y Centro para la Edición de los Clásicos Españoles). De mayor calado es su utilísimo Ensayo de una guía de bibliografía cervantina. Tomo V. Ediciones castellanas del “Q.” Hasta su tricentenario (1605-1615), A costa del autor, Palma de Mallorca, 1995, donde se enumeran y describen más de seiscientas ediciones del Quijote publicadas entre 1605 y 1915. Sin publicar queda la traducción del Quijote a su lengua materna.
Pero el hispanismo le recuerda sobre todo por la creación y pervivencia de la Asociación de Cervantistas, que va camino de cumplir su mayoría de edad. En efecto, tras algún desencuentro académico, José María consiguió reunir en febrero de 1988 a un selecto grupo de quince profesores e investigadores con los que constituyó esta Asociación cuyo propósito era –y sigue siendo– el estudio y la divulgación de la vida y la obra de Miguel de Cervantes Saavedra en todos sus aspectos y su repercusión cultural. La vida de este tipo de asociaciones no es siempre fácil, y la nuestra ha atravesado por momentos complicados que la mano firme y el trabajo infatigable de José María supieron siempre solventar. Con su impulso, la Asociación ha cumplido buena parte de los objetivos previstos: se ha reunido en cinco ocasiones bajo la cobertura de congresos internacionales celebrados en Almagro (1991), Nápoles (1994), Menorca (1997), José María Casasayas con Aurora Egido en la Embajada de España en Lisboa (septiembre de 2003). 46 47 Lepanto (2000) y Lisboa (2003), y en otras once más en forma de coloquios internacionales celebrados en Alcalá de Henares, Montilla, Estepa, Argamasilla, El Toboso, Villanueva de los Infantes, Roma y, el último, en Seúl (noviembre de 2004). Consecuencia de esta actividad es un nutrido número de publicaciones, que se han convertido en referente para especialistas en la materia.
Al escribir estas líneas tengo muy presente los versos de Rubén: “Horas de pesadumbre y de tristeza / paso en mi soledad. Pero Cervantes / es buen amigo. Endulza mis instantes / ásperos, y reposa mi cabeza […] Cristiano y amoroso y caballero, / parla como un arroyo cristalino. / ¡Así le admiro y quiero, / viendo cómo el destino / hace que regocije al mundo entero / la tristeza inmortal de ser divino!”: José María ha legado una labor extraordinaria que el cervantismo, el hispanismo también, admira y le reconoce. Descanse en paz.
José Montero Reguera
Presidente de la Asociación de Cervantistas.